La grieta se profundiza cada vez más. Largaron la Superliga desde idéntico punto de partida. Hoy los separan mucho más que 11 puntos y una distancia que parece indescontable en la tabla de promedios. Aldosivi y San Martín, los flamantes ascendidos, viven en mundos distintos.
“San Martín es un gran rival. Tiene muy buenos jugadores, pero en esto influyen los resultados. Si no ganás, obviamente estás en un pozo del que necesitás salir. Para nosotros es completamente distinto. Los resultados nos favorecieron incluso en algunos partidos que jugamos mal y la confianza es distinta”, afirmó ante una consulta de LG Deportiva Cristian Chávez, uno de los verdugos del “Santo” en la victoria 2-0 del “Tiburón”.
Los números son lapidarios y las comparaciones sumamente odiosas desde el punto de vista de los hinchas “santos”. Aldosivi ganó cinco partidos de ocho. Es transitoriamente el escolta de Racing; se ubica en zona de Copa Libertadores y sólo Boca lo supera en la tabla de promedios. Por todo eso es la gran revelación del certamen.
San Martín es la contracara. Aún no ganó y sólo suma cuatro empates de local. Ya cambió técnico, pero no su realidad. Podría cerrar la octava fecha en el sótano de las posiciones (o casi) y es el equipo al que más asusta el tan mentado fantasma del descenso. A esta altura, incluso parece inadecuado decir que el partido en Mar del Plata supuso un duelo directo por la permanencia en la máxima categoría.
“En base a los resultados, podemos trabajar con tranquilidad, y tanto San Martín como nosotros, y todos los que arrancamos con malos promedios tenemos una presión extra por saber que hay que sumar. Cuesta muchísimo. Tuvimos la suerte de arrancar con buenos resultados y eso facilita que podamos estar arriba”, señaló por su parte Lucas Villalba, quien vio la tarjeta roja en el tramo final.
Aldosivi le ganó bien por 2-0. No bastó el atisbo de recuperación exhibido en el segundo tiempo por el equipo de Walter Coyette para redimirlo de una actuación fallida por donde se la mire: tanto a nivel colectivo como individual -y en todas sus líneas-. San Martín se llevó un aplazo de Mar del Plata.
La inseguridad caracterizó a la defensa. El ensayo de una nueva dupla central no arrojó los resultados esperados. Aún más, la presencia de Rodrigo Moreira, voluntarioso pero falto de fútbol, pareció incidir negativamente en el rendimiento de Lucas Acevedo. El entrenador sorprendió con la decisión de que el arco cambiara de manos. Ignacio Arce, un histórico en el proceso que depositó a San Martín en la Superliga, dejó su lugar a Jorge Carranza. Tampoco la variante sumó demasiado, más bien el equipo perdió el recurso del buen juego con los pies del ex arquero de Unión.
Tantos cambios demuestran que en La Ciudadela se perdió la brújula. Nadie encuentra el camino que permita ilusionar a los hinchas con un futuro mejor. Ayer, el “Santo” jugó con un jugador más durante los últimos 15, por la expulsión de Villalba. Ni eso le sirvió de aliciente a un equipo con poquísimas luces y casi nada de gas. Otro golpe para un equipo que es la cara opuesta de su verdugo de ayer.